El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

Pedro Meyer, fotógrafo: Poesía en 35 mm


Los versos no siempre viven en la lírica. Cuando abandonan las estrofas, sus dimensiones se dotan de volumen, luz, texturas, color y movimiento. Se abastecen de una cualidad más visual. Así nace una fotografía.

Sin duda, la imagen fotográfica da cuenta del entorno y lo atrapa en momentos que se vuelven inmortales. Y cuando quien retrata se permite manipular su trabajo y con ello reinventar su propia obra, estamos ante el nacimiento de un nuevo arte. Aquí es donde se inscribe el fotógrafo mexicano Pedro Meyer, un artista cuya creación cuestiona los límites entre la verdad y la ficción.

Pionero de la era de la imagen digital, sus obras han desafiado el arte de retratar. Sus innovaciones, aunadas a su naturaleza inquisitiva, han fungido como el martillo y el cincel que han roto el preconcepto del artista de la lente. Pedro Meyer es todo, menos un purista de la fotografía. De ahí el nombre de su exposición: Herejías.

Cuarenta años retratando la vida y obra del quehacer humano se materializan en cerca de 310 mil imágenes. Este año, su arte desemboca en un multihomenaje que más de 60 museos de todo el mundo y 23 galerías en línea le rinden a este fotógrafo.

Si bien Meyer desafía los alcances, funciones y posibilidades del lenguaje fotográfico, también hay un espacio para captar con su lente los instantes más puros de la expresión humana. Manipulados o no, los trabajos de Pedro Meyer logran en instantes enmarcados ver a la fotografía como toda una forma de expresión en la cual el ser humano y su quehacer son la materia prima.

Pedro Meyer toma la historia de todos los días y la atrapa en capullos de papel mate. Retrata con ironía los choques culturales, el consumismo y lo ecléctico del mundo globalizado. Y así refiere con su lente lo más cotidiano de la cultura popular: procesiones, objetos de culto, ceremoniales e incluso iconos políticos y rituales del cuerpo humano.

De esta forma, Herejías es un goce para lo sensorial, de un fotógrafo pendiente de la mínima expresión para convertirla en arte. Es un artista cuya lente documenta lo más retratable de la fragilidad humana. Sus fotos seducen, su lente desafía, su arte convence.

Una vez dominadas, las reglas pueden romperse para innovar y crear. Eso lo sabe Pedro Meyer, quien ha escrito versos de 35 milímetros para hacerlos poesía, con lo diverso y a la vez híbrido de la cultura humana. Un colorista de momentos, un pintor de la lente; un cuidador de instantes, de condiciones, de entornos, de un mundo donde caben muchos mundos.

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