El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

Crónica de un presentimiento



Ocurrirá sin mover un dedo, 
ocurrirá sin empujar al tiempo.
Ni premeditado ni accidental, 
ni sincrónico ni incidental… 

Está escrito: nos volveremos a encontrar.

En medio del ruido y del caos, simplemente sucederá.
Cuando menos te nombre, 
cuando menos me pienses…
cuando menos nos duela.

Ocurrirá.

Tan seguro estoy que invento aquel instante ineludible 
y fantaseo sobre quién verá primero a quién,
si será simultáneo o a destiempo.
Si nos perdonaremos el alma o cederemos al viento.

Y mientras ocurre, camino por las calles y miro con detalle a cada persona, 
a cada rostro que se me encuentra para ver si alguno de ellos tiene tu boca.

Y esta noche, en un pestañeo del azar, simplemente ocurrió…

Así fue sin más. 
Volviste a mí… y al hacerlo yo también volví a ti.
Volviste a mí, quizá de tanto recordarte.
Volví a ti, quizá de tanto inventarme.

La casualidad volvió a olvidarlo
y por dos segundos nos unió.
El mar se partió para que pudiéramos vernos, 
como si Dios lo hubiera planeado antes de conocernos.

Pero al final no nos importó que estuviera escrito.
El odio nos venció y cada uno siguió su respectivo camino.
Y aunque ocurrió sin mover un dedo ni empujar al tiempo,
nunca sabremos si volverán a regalarnos otro momento.

Mañana serás nada

Mañana serás nada,
y la distancia nos dará olvido.
La sangre volverá a las venas
 y los leopardos por fin amansarán sus rugidos.

Mañana serás nada
y habrá girasoles en la boca de cada revólver.
Las lágrimas volverán a los ojos
mientras las balas se me van arrancando.

Y mañana, cuando seas nada,
verás cómo habrá lienzos en el cielo.
Los mares pacificarán su piel de agua
y nadaré con ballenas.

Hoy aún eres algo, pero mañana serás nada.
Y las granadas dulces volverán a ser rosadas
Las cebras volverán a beber de mis ríos
y en el océano bailaré con lobos de mar.

Mañana simplemente serás nada.
Y los amaneceres olerán a café tostado.
El sol dejará de amanecer roto
y el viento exhalará mariposas.

Cuento los minutos para que llegue mañana y seas nada.
Y el tranvía volverá a hacer arribo en mi estación.
Dejaré de rasgar la piel de la noche con el filo de la luna
y de su azul vientre arrancaré un manojo de estrellas.

Mañana volverás a ser nada
y las hojas secas se me irán cayendo.
Las orugas volverán a tejer capullos en mis cabellos de ramas.
Y los pájaros tallarán una sonrisa en mis labios de corteza.

Y volveré a ser roble.

Sí, mañana serás nada.
Pero eso será mañana.
Hoy quiero que me sigas doliendo,
por lo menos un poco…
por lo menos de aquí hasta que comience a amanecer…
y llegue mañana… y seas nada.

Surcando las líneas de tu mano


Somos ojos que se urgen a luz apagada pero a ventana abierta.
Besos que, ya entretejidos, forman estrellas y les muestran el camino.
Y mis dedos van surcando las líneas de tu mano.
Insistiendo tus palmas, como cambiándote el destino.

Somos dos versos empecinando la misma estrofa.
Inspiración que, ya confesada, forma poemas sin estación.
Y mis labios te acupunturan la espalda.
Intentando clavarse dentro, como sanándote el corazón.

Y así nos hemos enamorado.
Con tus ojos que se donan a mis versos.
Con mis besos que se donan a tu pecho.

Y me miras como si yo hubiera inventado los latidos.
Me preguntas qué hice con tu melancolía y con besos te callo.
Y al tenerte entre los labios callar es lo que yo también prefiero,
porque es mejor besarte que explicar las maneras en que te amo.

Por eso hoy traigo escondida una noche de amor en el cuerpo.
Trae mis dedos formando mapas en tu cabello...
Lleva tus dedos surcando las líneas de mi mano.
Insistiendo mis palmas, como cambiándome el destino.

Me inventarás con pedazos de otra gente


A veces, a la casualidad se le olvida mantenernos alejados,
y a nosotros recordar que la vida tiene sus propios tiempos.
De pronto hoy, después de tanto jugar a lastimarnos.
Te vuelvo a ver con los hubiera en los ojos.

Después de días de esperanzas ahogadas y anhelos heridos.
Te veo un poco muerto, como el que camina por un campo minado.
Y hoy, justo cuando finges que ya no existo, tus pasos siguen llorando.

Sí, se nota en tus pupilas. Me inventarás con pedazos de otra gente.

Y le arrancarás el sueño eterno a los muertos
para tener la mitad de la paz que yo te daba.

Por las noches, entrarás a las habitaciones de los niños
y les morderás la cabeza para beberte su inocencia.
Y así recordar un poco de la dulzura que yo te hacía sentir.

Chuparás la savia de las flores para sentir la vida que yo te daba.
Lamerás el mar para sentir la sal de mi piel.

Y le robarás belleza a la luna para reemplazar la que yo te reflejaba.
Y robarás las almas a la gente para vaciarlas
y ahí almacenar todo lo que aún me amas.

Y te faltará memoria para atesorar lo que vivimos.
Y te asfixiará tanta nostalgia.

Y querrás ser Diablo para destruirme a tu antojo.
Y querrás ser Dios para curarme bajo tus mantos.
Y querrás ser la vida para existir en mis ojos.

Pero sobre todo querrás ser mi muerte… sólo para besarme los labios.

Y arrancarás la pureza a los ángeles.
Y te robarás el viento.
Las noticias contarán que por eso las nubes no se van y siempre llueve.
Y las aves alfombrarían los parques.

Y entonces, en medio de un mundo sin paz ni dulzura ni viento,
te sentirás en condiciones y enamorarás a otros ojos voladores.
Les contarás tu vida y los enamorarás con tu risa.
Y después, cuando estén a punto de entregarse a ti, los abandonarás.
Les romperás el corazón… sólo para sentirte en mi lugar.

SOY


Soy sonrisa que pone casa en los labios de la gente.
Soy cielo que tal vez agita, pero que sabe amanecer con el alba.
Soy cicatriz que queda en la piel como evidencia de antaño dolor,
pero que está ahí para recordarte que la herida ya está cerrada.


Soy mariposa que en temporada de llanto prefiere migrar al norte.
Soy el vaho de calor bendito que te emana de la boca en días de frío.
Soy hoja que resiste el otoño sin importar sobrevivir con la piel seca.
Soy ese pequeño instante en el que olvidas la causa de tu tristeza.


Estoy en ese vino que te doblega la lengua y te coloniza los sentidos.
Estoy en el grano de azúcar que se pega a los contornos de la taza.
Soy parte del café caliente que en tu descuido te quema la boca.
Soy la pluma desgastada con la que cortas la piel de la hoja.


Soy la lágrima que se queda en la frontera de tus ojos,
aferrada a no morir lentamente desgarrada,
arrastrándose por el filo de tus mejillas.


Soy el instante mismo en que la realidad te rompe la cara y no te deja dormir.
Soy los dos primeros pedazos del corazón que estás dispuesto a reconstruir.


Soy la palabra de amor que se te queda en los labios.
Soy el suspiro que entra a tu pecho sin saber bien por qué.
Soy trébol que está dispuesto a despedirse de su tallo
con tal de ser instrumento de tu fe.


Soy la brisa que te hace entrecerrar los ojos.
Soy el pliegue de sol al que te arrimas en tiempos de frío.
Soy tierra que a pesar de ser negra regala rosas amarillas.
Soy esa nube que intentas alcanzar de puntillas.


Soy la luciérnaga a la que sigues con la punta del índice.
Soy la mano que extiendes al aire para comprobar si llegó la lluvia.
Soy la canción que se te queda tarareada en la memoria.
Soy esa bala que, por sólo darte una oportunidad más, desvía su trayectoria.


Soy la luz que te hace caminar en medio del ciego abismo.
Soy las llamas, erupciones y ríos de lava que alimentan el cataclismo.
Soy el sentimiento de melancolía que te seduce las ganas de morir.
Pero si quieres, sólo si quieres, puedo ser el agua que moje tu intención de vivir.


Sonríes y yo

Sonríes,
y al sonreír abres las ramas de tu boca,
que guardan capullos de mariposas de aliento.
Y así regalas vida.


Sonríes,
y al sonreír dictas ritmo a los ríos y sonido a las aves,
como si al hacerlo ensayaras una primavera completa.


Sonríes,
y al sonreír tu piel también ríe contigo,
como si tu cuerpo tuviera una capa de miel…
y como si lo varios ojos que te miran fueran abejas
que vuelan atraídas por tu corteza de oro.


Sonríes,
y al sonreír me germinas el preciado regalo de hacerte poesía,
como si al sonreír hurgaras mi inspiración…
y me mostraras que soy capaz de escribir para otro corazón.


Me sonríes,
y al sonreír me recuerdas a Dios.
Como si esa fila de perlas blancas me acercara un poco más a Él.
Y entonces admiro Su obra bendita,
que eres tú… que eres Tú.

Tu poema

Este es tu poema, haz de él una oración.
Regálaselo a una estrella.
Léeselo a un ruiseñor.

Este es tu poema, haz con él lo que te dicte el corazón.
Envíalo a la basura, presúmeselo al amor.
Guárdalo en lo más profundo. Colócalo donde haya dolor.
Lúcelo en tu cabello como una corona de emoción.

Este es tu poema, haz con él lo que te dé la gana.
Téjelo en el antebrazo de tu chamarra.
Deshílalo para completar un carrete de lana.
Ponlo en el vientre de una guitarra.

Este es tu poema, haz con él una canción.
Grítaselo al viento.
Susúrraselo al sol.

Este es tu poema, dobla la hoja y córtate las venas.
Borra las partes que te hagan sentir pena.
Colócalo al centro de tu mesa.
Ponle una base y dale brillo con un poco de cera.

Este es tu poema, tápate con él en días de lluvia.
Abrígate con sus letras en noches de niebla.
Agítalo hacia tu cara durante las tardes desiertas.
Úsalo como alfombra y vuela con él sobre las tormentas.

Este es tu poema, nacido tan de mí que se lleva mi alma.
Léelo tantas veces hasta que sus letras signifiquen nada.
Ponlo frente a tus ojos para que no te lastime la luz del alba.
Tómalo por el reverso y escribe sobre su espalda blanca.

Este es tu poema, escrito con tinta de abrazos.
Lo que hagas con él ya no está en mis manos.
Cópialo cien veces y cómetelo a retazos.
Búscame la cara y rómpelo a pedazos.

Este es tu poema, muere con él entre tus brazos.

Lo digo


Lo digo, y lo digo en serio,
que para hacerte amar yo me invento un verbo.
Y no es tan difícil si te tengo como cielo.
Y no es tan vil si nace de un sentir que se presume sincero.

Lo digo y no con arrogancia,
que también sé que es fácil enamorarse de mi gracia.
Y es justo decirte que a mí también me rondan algunos cometas.
Y es importante que sepas que sólo te quiero a ti por piel estrella.

Lo digo, y lo digo por instinto,
que me emociona el calor aunque sé vivir con frío.
Y sería triste, si me ves tiritando, no abrigarme con tu fuego.
Y sería contraproducente si te callas las fogatas y me condenas al invierno.

Lo digo, y te lo digo con locura,
que los lobos salen de mí sólo para contemplar tu ternura.
Y es armonioso ver cómo la rabia se condona con la vida.
Y es milagroso ver al mundo girar sobre el eje de tu sonrisa.

Lo digo y te lo firmo con sangre,
que lo pensé mil veces antes de enamorarme.
Y fue difícil despedirme de mi yerro celo animal.
Y es arriesgado bajar las armas cuando hay tanta alerta de vendaval.

Te lo digo, y lo digo sin mentirte,
que mi esperanza busca en ti la forma de redimirse.
Y es piadoso siempre y cuando no sea un mero efecto placebo.
Y es indulgente de mi parte si de verdad quiero volar de nuevo.

Lo digo, y lo digo sin desdeños,
que también me gusta tenerte en sueños.
Y es sencillo porque así te tengo cuando quiero.
Y es canalla porque así te tengo como quiero.

Lo digo, y lo digo sin menesteres,
que no me abruma si otros soles quieren iluminarte los amaneceres.
Porque lo digo, y te lo digo sin pesares,
que mientras otros te regalan lluvia, yo vuelco para ti mil mares.

Así que por fin hoy te lo digo, y al decir lo intuyo,
que sé que eres mío, tan mío como yo soy tuyo.
Y que ser tuyo no impide que seas mío.
Y que si quieres, sólo si quieres, yo seré tan tuyo como yo soy mío.

Ajeno



A veces te tengo y aún así me siento ajeno.

Cuando te sientas a mi derecha y una luz rojiverde te ilumina.

Cuando la sombra es tan bendita que te arropa la forma de los labios.

Cuando quiero voltear a verte pero no puedo por mirar al frente.


A veces me tienes y aún crees que yo te soy ajeno.

Cuando abres la tapa de mi piano y me liberas las notas.

Cuando me vuelves guitarra y tus dedos me afinan las sonrisas.

Cuando me compartes un pedazo de tu río y me apaciguas las cenizas.


He hecho méritos para pedir a Dios un deseo: convertirme en noche.

Así podrás verme e inspirarte.

Así podré verte y cuidarte.

Así podremos añorarnos y esperarnos.


Ahora besa el cielo

para que nazca una estrella en mi piel de noche.

Ahora te escribo estos versos

para que madure un sentimiento que aún me confunde.



Pongo un pliegue de sol en tus manos.

Preparo el agua que nos sobra de los ojos.

Tomo una pala y cavo un hueco en tu polvo de estrellas.

Y ahí siembro una luna.



Deja que crezca.

Permite que te germine.

Dejemos que nos madure.




Y si quieres,

sólo si quieres,

démosle el beneficio de dar sombra.

Mis 28 planes


Hoy tengo planeado recomenzar el universo.
Tomaré un puñado de mí y le rociaré polvo de diamante.
Sí, estoy seguro: Hoy dignificaré mi matiz cambiante.
Darle a mi sombra un lado B y mirar el reverso.

Hoy tengo 28 quehaceres que cumplirme.
Remodelaré mis contornos. Barreré mis escamas.
Compondré los falsos contactos entre mis miedos y mis ramas.
Pondré cableado nuevo a todas las instalaciones de mi cabeza.

Hoy tengo 28 planes que enlistarme.
Barnizaré mis sentidos. Bolearé mis sonrisas.
Desempolvaré ese viejo niño que arrumbé en el sótano.
Pintaré de blanco aquella habitación que un día se hizo oscura.

Hoy tengo 28 presentes que quiero regalarme.
Uno eres tú, mi amiga Inspiración.
Otro eres tú, mi maestro Tiempo.
Y hasta habrá un lugar para ti, mi prima-hermana Melancolía.

Hoy tengo 28 años que honrarme.
Por el vientre de mi madre. Por los brazos de mi padre.
Por los ojos de mis hermanos. Por los hombros de mis amigos.
Por los latidos de tantos amores perdidos.

Y eso ocurrirá hoy.
Porque hoy, que cumplo 28 años,
tengo 28 constelaciones que ofrendarme.

Pacto de tinta sombra


I

Fue como si la luna rebrotara los pétalos que antes le arrancaba.
Esa noche distraída tras las mil que tuvieron que pasar.
Labios ciegos que a tientas se buscaban pero no se encontraban.
Ojos extrañados que vencieron el mantra de aquella oscuridad.

Fue una gran paradoja de blancos y negros al filo de las once.
Inventarte con tanta luz y de pronto encontrarte con tanta noche.
Fue un momento en que no te alumbraban los reflectores del sol.
Pero importaba poco; los latidos aprendieron a viajar sin visión.

Fue como arrancar una astilla a cuyo dolor la piel termina acostumbrada.
Cuando escribí para ti un ‘Permíteme el universo’;
y a quien aún te acompaña un ‘Te reto a amarle’.
Poemas que te escribí con versos que recogía de madrugada.

Fue como sentir la espontaneidad de una piel añorada.
La coincidencia de dos corazones que de pronto una noche se rozan la cara.
Así, sin el desgaste de lo cotidiano, sin el pesar de lo obligatorio.
Sin importar ese alguien de todos los días que te espera en el dormitorio.

Fue como descalzarse los pudores cuando ya no importa nada.
Revelar los sentimientos cuando los destinos ya se miran la espalda.
Fue como caer después de romperme y unir los pedazos.
Como ahorrarse el dolor para un momento menos escaso.

Fue como darles la tarde libre a las lágrimas del día.
Lo extraño de vivir en el infierno y sentir a piel viva.
Cuando te acercas tanto a un rostro que le distingues los puntos cardinales.
Qué curioso. Hasta en las tinieblas puedes toparte con un ángel.

II

Fue como arroparte la piel con el abrigo de la noche.
Que tomé las tijeras de la valentía y fui cortando la distancia.
Mis manos dejaron de soñarte la piel y tomaron ventaja.

Y en un descuido de Dios, mis labios y los tuyos hicieron eclipse.

Un satélite y una estrella alineados después de muchas traslaciones.
Y así lucíamos, como un eclipse total de sol,
donde el centro era oscuro, pero alrededor irradiaba luz.

Repetimos el milagro hasta desorbitar los satélites.
Y al saber que ya casi terminaba, redibujé tu cara y te peiné las cejas.
Te miré a los ojos y cientos de estrellas se erizaron.
Te besé tan fuerte como pude.

Fue como si la luz y la oscuridad de pronto se dieran tregua.
Tus labios sembrándome noches en el cuello.
Mis manos poniendo luz a tu cabello.
Tus ojos entrecerrados que apenas dejaban ver su color negro.
Mi rostro pareciendo oscuro, pero germinando un sol desde el pecho.

Qué bendita puede ser la sombra,
tan capaz de invitarme un trago de vida.
Así que peca cuanto puedas,
que haberme hecho feliz es tu indulgencia.

III

Mira si son traviesos los versos.
Anoche se escaparon a espaldas de la luna y fueron corriendo a tocar a mi ventana.
Y me obligaron a levantarme a tomar dictado.

Y heme aquí, dedicándote mi poesía arropado por la noche oscura.
Oscura como la tinta de ese pacto que me ofreces y firmaste.
Tú habrás firmado con sombra, pero yo lo marqué con sangre.

Vete a dormir y sueña conmigo. En otra vida búscame y hazme feliz.
Pero ahora ve a tu cama y espera la llegada del sol.
Y cuando te levantes, vuelve a ser tu nombre y tu apellido…
que yo volveré a ser mi nombre y mi desgracia.

Quién fuera la vida para sucederte

Quién fuera la vida para sucederte.
Quién fuera tu ángel para llevarte de la mano.
Quién fuera la miel para endulzarte la boca.

Quién fuera la belleza para ser contemplada por tus ojos.
Quién fuera el secreto para ser guardado en tus labios.

Quién fuera el sudor para resbalar por tu piel.
Quién fuera la embriaguez para entrar por tu boca.
Quién fuera la locura para beberte los pensamientos.
Quién fuera la ilusión para brillarte la mirada.

Quién fuera la muerte para cerrarte los ojos con un beso.

Quién fuera el miedo para hacerte temblar de un susurro.
Quién fuera el dolor para lastimarte donde es preciso.
Quién fuera la desgracia para tomártela en serio.
Quién fuera la rabia para cegarte los ojos.

Quién fuera la melancolía para ennegrecerte.
Quién fuera daga para penetrar profundo tu piel.
Quién fuera el aire para lamerte la sangre.
Quién fuera el infierno para poseerte y comenzarte otra vez.

Quién fuera la vida para volver a sucederte.

Quién fuera el corazón para llevarte por siempre en el pecho.
Quién fuera la calma para arroparte en un abrazo.
Quién fuera la risa para sacudirte por dentro.
Quién fuera la ternura para emocionarte con lo pequeño.

Quién fuera la inspiración para nacer de ti.
Poner un verso en las cejas y un soneto en la sonrisa.
Quién fuera mi poesía para que algún día leas estas líneas.

A veces tus manos


¿Qué sientes al dominar el universo?
Amanecer y con ello ordenar la salida inmediata del sol.
Dormir y determinar el palpitar de las estrellas.
Cerrar los ojos y dejar instrucciones de cómo menguar la luna.

¿Qué haces con tanto poder?
Pestañear y así elegir el rumbo de los vientos.
Observar y germinar los campos.
Sonreír y hacer girar el mundo.

Las mariposas vuelan de tus ojos y se posan en tus cejas.
Pero sus alas amarillas brillan menos cuando te vuelves fango.
Ahí es cuando tus cielos comienzan a lloverme.
Entonces bofeteas a la primavera y exiges la presencia del invierno.

Y justo ahí es cuando comienzo a nevar.

¿Cuán perversa puede ser tu voluntad?
¿Qué tan negros son tus deseos?
Cortarme las venas con el filo del amanecer.
Exponerme al aire hasta secarme y volverme de papel.
Llevarme a ese sitio donde a veces tus manos me sirven de pincel.

En algún sitio donde no te amo



En algún sitio donde no te amo me crece la rabia.

En algún sitio donde no te amo te me pudres de a poco.
Intento dulcificar el sentimiento, pero el odio lo sigue agriando.

En algún sitio donde no te amo los muros se estiran.
Trato de tomar el martillo y romper los pedazos.
Pero caigo en la cuenta y recuerdo que te obsequié mis manos.

En algún sitio donde no te amo tu luz es oscura.
Tanto, que lejos de alumbrar hace más negras mis tinieblas.
Y me vuelvo daga cuando aún así quieres acercarte.
Y te culpo por ilusionar a mis pupilas.

En algún sitio donde no te amo las estrellas no me miran.
Trato de llamar su atención y les quiero escribir una canción.
Pero caigo en la cuenta y recuerdo que también te di mi inspiración.

En algún sitio donde no te amo tus ojos son de ceniza.
Y el rostro se me vuelve de carbón por querer volver a verte.

En algún sitio donde no te amo… simplemente no te amo.

Tomaré la noche


Hoy la luna y los planetas me sirven de caballete.
Combinaré la tinta de las estrellas y pintaré tu nombre.
Así el mundo te verá como yo te veo.
Tomaré la noche y la convertiré en locura.

Junta las manos ahora,
que tomé prestado un poco de mar.
Déjame depositarlo en tu cántaro de piel.
Quiero beberlo y seguir teniendo sed.

Dame un centímetro de tu cabello y me tejeré las alas.
Regálame una mirada y hago a las piedras florecer.
Acaricia mi mano y a cada muerto arrancaré las balas.
Préstame una sonrisa y te compro el amanecer.

Estás a tiempo de desandar mis veredas.
De romper mis ojos y humillarme la fe.
Toma mis sueños y enséñales el tiempo real.
Despierta mis lágrimas y enséñalas a salir por felicidad.

Por eso no te miro

Haces breve el recorrido hacia mis cometas.
Tomas mi cuerpo y vuelves agua sus cadenas.
Pones viento en los complejos de mi cabeza.

Y aún así te extrañas de que no te miro.

Le pido a Dios un milagro prestado para poder mirarte.
Entonces te contemplo y mi alma abre un hueco.
Me sorprendo a mí mismo desbordando mis anhelos.

Es por eso que no te miro.

Temo romperte si te miro demasiado.
Temo quebrarme si te permito mirarme.
Quién tuviera tu grandeza.
Tú en el cielo liberando parvadas de latidos.

Entonces buscas mi mirada.
Caes en el pecado de hacerme sonreír.
Entonces mi alma escala los peldaños.
Sube tan alto que pierde el frío por cobijarse entre las nubes.

Por eso no te miro.

Por eso me invento galaxias y las ofrendo a la nada.
Por eso grabo mi nombre junto al de alguien llamado nadie.
Por eso paseo por el jardín de mis poemas y me arranco ramos de versos.
Por eso tomo mis latidos y los revuelvo con mi propia sangre.

Mira cómo se rompen tus mejillas


Mira cómo se rompen tus mejillas cuando te hago sonreír.

Es increíble que regale la vida por volverlo a lograr.

Y es más increíble que ahora seas tú quien quiera mirar mi sonrisa.

Sabes bien que no te cuesta nada. Sólo déjate contemplar.


Mira cómo se me inventan los ojos cuando te miro.

Admirar la ligereza de tu piel y los campos cortados de tu barbilla.

¡Las historias que yo contaría sobre tu cabello!

¡La sismología que yo provocaría sobre tu cuerpo!


Mira cómo me crece el alma cuando estoy contigo.

Es como una enredadera que se aprisiona a tus piernas
y sigue hasta anudarse a tu pecho...
Pero va por más e intenta colarse a tu pensamiento.

Avísame si lo consigo.


Ahora mira cómo se me pudren los párpados cuando te miro partir.

Mira cómo la soledad se burla de mí. Sale de su escondite.

Mírala cómo se acerca: da tres pasos por cada dos que tú te alejas.


Mira cómo la ausencia me arrastra hasta su casa…

Mira cómo me obliga a entrar…

Mira cómo sonríe y cierra la puerta.

Bosquejo de un suspiro

Hoy amanecí sintiéndome un soneto.

Así que aproveché mi condición y te volví pretexto.

Qué acompañada camina mi tristeza.

Sus pies son tan duros que graban cada huella.


Por eso hoy tomaré tu piel y la volveré verso.

En una de esas, eres esa alma que me prometieron en sueños.

Hoy desempolvé un abrigo y en la bolsa encontré un latido.

Era un fragmento vulnerable que aún preguntaba su destino.


Pero hoy el temblor de lo nuevo sacudió mi cabeza.

Hizo rodar una vasija llena que se reventó desde la base.

Luego de limpiar el líquido caí en la cuenta.

Olvidé que ahí había escondido mi propia sangre.


Y hoy no sé por qué, pero verte me provocó algo.

Una respiración que nació desde mí y saltó hasta dar un giro.

Creo que ya lo había sentido y me pareció un recuerdo vago.

¡Qué increíble! Había olvidado que eso se llamaba suspiro.


Comienza a salir el sol.

No sé si estoy listo para vivir sin frío…

La importancia de añorarte

Yo te añoro para sentirme vivo.
Yo te añoro para inventarme.
Yo te añoro para lastimarme.
Yo te añoro para no olvidarte.

Por eso te añoro cada que la ansiedad me lo permite.
Porque te añoro y me recomienza la vida.
Porque te miro en fotos y sólo añorarte se me ocurre.
Por eso te añoro cada que tus recuerdos me acuchillan.

Te añoro y siento que no te añoro lo suficiente.
Y aún así me canso de añorarte.
Te presto el tiempo bendito que gasto en añorarte.
Es prestado, no lo olvides. Es que quiero seguir añorándote.

Y es que añoro tu belleza, añoro tu sonrisa.
Añoro esas tardes en que con verte me volvía brisa.
Añoro un momento que tal vez nunca llegue y vive en mi cabeza.
Añoro que te conviertas en tiempo y vuelvas piedra mi tristeza.

Es por eso que te añoro. Por sentirme parte de un romance.
Como el que en la noche muere y por la mañana renace.
Y te añoro sin que tú me añores. No intentes imitarme.
Sólo recuérdalo siempre: Yo viviré para añorarte.

Volver a inventarte


Me propongo una utopía, la número cuarenta:

Quiero volver a inventarte.

Así que esta vez ya no serás tormenta
ni podrás degollarme con tus espadas de truenos.


Temo avisarte que, en esta nueva dinámica,
tampoco necesitarás tu flecha con arco.

Ahora mi alma ya no será usada como diana
ni podrás apuntarme como blanco.


Tal vez te incomode, pero en esta nueva distracción
ya no usaremos la crueldad ni como estrategia de juego.

Son las condiciones de esta nueva trasmutación.

¿Aún así te gustaría jugar?


Si no te parece, puedo hacer algunos cambios.

Quizá te permita que me muerdan tus palabras.

Conozco bien el camino para llegar a los infiernos.

Luego te confirmo. Déjame depurar bien el juego.


Pero ahora que volveré a inventarte,

Se me ocurre que podrías ser una luna y yo un meteoro.

Hasta te conviene. Así, tu rostro seguirá lleno de luz.

Pero ahora seré yo quien te golpee donde más te adoro.

¿Te gusta tu nueva forma?

Es mejor que la de homicida de latidos, ¿no crees?

Y por enésima vez, con la nueva forma que te he dado,

volveré a creer en la vida que tanto me ha abofeteado.

Te reto a amarle


¿Qué se siente tenerle junto a ti?
¿Cuántas poesías te inspiran sus gestos?
Cuéntame cómo es darle un beso.
¿Logras estremecer su cuerpo con tus latidos?

Mírame y dime cómo le logras una sonrisa.
Yo también sé hacerlo. Pero no por eso está conmigo.
¿Cuántas vueltas alcanzas a darle al mundo cuando te abraza?
¿O es que no te emociona cuando se empalman sus almas?

¡Qué ganas de ser otoño!
Para pudrir tu presencia y llevármela con el viento.
¡Qué deseos de ser un océano de oscuridad!
Para ahogarte en el fondo hasta que el mar quede quieto.

Te reto a amarle como nadie.
Te apuesto una aurora boreal a que no le regalas tu vida.
A que no podrías contemplarle durante veinte lunas seguidas.
Te apuesto a que no haces un verbo con su sonrisa.

¿Cuánto te juegas?
Exijo una satisfacción…

Y a mí que me faltan estrellas


Martirio voluntario mirar tus fotos.

Con esa tu sonrisa inamovible en piel de mate,
tan llena de aros lunares, digna de un infinito.

Y a mí que me faltan estrellas.


Sucio vicio contemplarte la cara.

Con esas retinas tan oscuras,
como meteoros que me rompen los argumentos.
Y yo que te miro con ojos áridos.


Estúpido empeño invertirte tiempo.

Colocar tu cuerpo al centro de mi estudio.

Esculpirte con papel y modelarte con tinta.

Y a mí que se me desbordan los versos que riman contigo.


Perversa fascinación repasar nuestra historia.

Insistir esas fotos y verte junto a alguien que no soy yo.

No es que te siga ofrendando los frutos de mis ramas.

Es sólo que te imagino y se me caen las hojas.


Pero es más siniestra tu actitud.

Mira qué cinismo el de tus gestos. Apariencia vil.

Que esa sonrisa que le regalas es la misma que sueles darme.

Así, sin pudor. Sin empacho… Sin mí.