El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

SOY


Soy sonrisa que pone casa en los labios de la gente.
Soy cielo que tal vez agita, pero que sabe amanecer con el alba.
Soy cicatriz que queda en la piel como evidencia de antaño dolor,
pero que está ahí para recordarte que la herida ya está cerrada.


Soy mariposa que en temporada de llanto prefiere migrar al norte.
Soy el vaho de calor bendito que te emana de la boca en días de frío.
Soy hoja que resiste el otoño sin importar sobrevivir con la piel seca.
Soy ese pequeño instante en el que olvidas la causa de tu tristeza.


Estoy en ese vino que te doblega la lengua y te coloniza los sentidos.
Estoy en el grano de azúcar que se pega a los contornos de la taza.
Soy parte del café caliente que en tu descuido te quema la boca.
Soy la pluma desgastada con la que cortas la piel de la hoja.


Soy la lágrima que se queda en la frontera de tus ojos,
aferrada a no morir lentamente desgarrada,
arrastrándose por el filo de tus mejillas.


Soy el instante mismo en que la realidad te rompe la cara y no te deja dormir.
Soy los dos primeros pedazos del corazón que estás dispuesto a reconstruir.


Soy la palabra de amor que se te queda en los labios.
Soy el suspiro que entra a tu pecho sin saber bien por qué.
Soy trébol que está dispuesto a despedirse de su tallo
con tal de ser instrumento de tu fe.


Soy la brisa que te hace entrecerrar los ojos.
Soy el pliegue de sol al que te arrimas en tiempos de frío.
Soy tierra que a pesar de ser negra regala rosas amarillas.
Soy esa nube que intentas alcanzar de puntillas.


Soy la luciérnaga a la que sigues con la punta del índice.
Soy la mano que extiendes al aire para comprobar si llegó la lluvia.
Soy la canción que se te queda tarareada en la memoria.
Soy esa bala que, por sólo darte una oportunidad más, desvía su trayectoria.


Soy la luz que te hace caminar en medio del ciego abismo.
Soy las llamas, erupciones y ríos de lava que alimentan el cataclismo.
Soy el sentimiento de melancolía que te seduce las ganas de morir.
Pero si quieres, sólo si quieres, puedo ser el agua que moje tu intención de vivir.


Sonríes y yo

Sonríes,
y al sonreír abres las ramas de tu boca,
que guardan capullos de mariposas de aliento.
Y así regalas vida.


Sonríes,
y al sonreír dictas ritmo a los ríos y sonido a las aves,
como si al hacerlo ensayaras una primavera completa.


Sonríes,
y al sonreír tu piel también ríe contigo,
como si tu cuerpo tuviera una capa de miel…
y como si lo varios ojos que te miran fueran abejas
que vuelan atraídas por tu corteza de oro.


Sonríes,
y al sonreír me germinas el preciado regalo de hacerte poesía,
como si al sonreír hurgaras mi inspiración…
y me mostraras que soy capaz de escribir para otro corazón.


Me sonríes,
y al sonreír me recuerdas a Dios.
Como si esa fila de perlas blancas me acercara un poco más a Él.
Y entonces admiro Su obra bendita,
que eres tú… que eres Tú.

Tu poema

Este es tu poema, haz de él una oración.
Regálaselo a una estrella.
Léeselo a un ruiseñor.

Este es tu poema, haz con él lo que te dicte el corazón.
Envíalo a la basura, presúmeselo al amor.
Guárdalo en lo más profundo. Colócalo donde haya dolor.
Lúcelo en tu cabello como una corona de emoción.

Este es tu poema, haz con él lo que te dé la gana.
Téjelo en el antebrazo de tu chamarra.
Deshílalo para completar un carrete de lana.
Ponlo en el vientre de una guitarra.

Este es tu poema, haz con él una canción.
Grítaselo al viento.
Susúrraselo al sol.

Este es tu poema, dobla la hoja y córtate las venas.
Borra las partes que te hagan sentir pena.
Colócalo al centro de tu mesa.
Ponle una base y dale brillo con un poco de cera.

Este es tu poema, tápate con él en días de lluvia.
Abrígate con sus letras en noches de niebla.
Agítalo hacia tu cara durante las tardes desiertas.
Úsalo como alfombra y vuela con él sobre las tormentas.

Este es tu poema, nacido tan de mí que se lleva mi alma.
Léelo tantas veces hasta que sus letras signifiquen nada.
Ponlo frente a tus ojos para que no te lastime la luz del alba.
Tómalo por el reverso y escribe sobre su espalda blanca.

Este es tu poema, escrito con tinta de abrazos.
Lo que hagas con él ya no está en mis manos.
Cópialo cien veces y cómetelo a retazos.
Búscame la cara y rómpelo a pedazos.

Este es tu poema, muere con él entre tus brazos.

Lo digo


Lo digo, y lo digo en serio,
que para hacerte amar yo me invento un verbo.
Y no es tan difícil si te tengo como cielo.
Y no es tan vil si nace de un sentir que se presume sincero.

Lo digo y no con arrogancia,
que también sé que es fácil enamorarse de mi gracia.
Y es justo decirte que a mí también me rondan algunos cometas.
Y es importante que sepas que sólo te quiero a ti por piel estrella.

Lo digo, y lo digo por instinto,
que me emociona el calor aunque sé vivir con frío.
Y sería triste, si me ves tiritando, no abrigarme con tu fuego.
Y sería contraproducente si te callas las fogatas y me condenas al invierno.

Lo digo, y te lo digo con locura,
que los lobos salen de mí sólo para contemplar tu ternura.
Y es armonioso ver cómo la rabia se condona con la vida.
Y es milagroso ver al mundo girar sobre el eje de tu sonrisa.

Lo digo y te lo firmo con sangre,
que lo pensé mil veces antes de enamorarme.
Y fue difícil despedirme de mi yerro celo animal.
Y es arriesgado bajar las armas cuando hay tanta alerta de vendaval.

Te lo digo, y lo digo sin mentirte,
que mi esperanza busca en ti la forma de redimirse.
Y es piadoso siempre y cuando no sea un mero efecto placebo.
Y es indulgente de mi parte si de verdad quiero volar de nuevo.

Lo digo, y lo digo sin desdeños,
que también me gusta tenerte en sueños.
Y es sencillo porque así te tengo cuando quiero.
Y es canalla porque así te tengo como quiero.

Lo digo, y lo digo sin menesteres,
que no me abruma si otros soles quieren iluminarte los amaneceres.
Porque lo digo, y te lo digo sin pesares,
que mientras otros te regalan lluvia, yo vuelco para ti mil mares.

Así que por fin hoy te lo digo, y al decir lo intuyo,
que sé que eres mío, tan mío como yo soy tuyo.
Y que ser tuyo no impide que seas mío.
Y que si quieres, sólo si quieres, yo seré tan tuyo como yo soy mío.

Ajeno



A veces te tengo y aún así me siento ajeno.

Cuando te sientas a mi derecha y una luz rojiverde te ilumina.

Cuando la sombra es tan bendita que te arropa la forma de los labios.

Cuando quiero voltear a verte pero no puedo por mirar al frente.


A veces me tienes y aún crees que yo te soy ajeno.

Cuando abres la tapa de mi piano y me liberas las notas.

Cuando me vuelves guitarra y tus dedos me afinan las sonrisas.

Cuando me compartes un pedazo de tu río y me apaciguas las cenizas.


He hecho méritos para pedir a Dios un deseo: convertirme en noche.

Así podrás verme e inspirarte.

Así podré verte y cuidarte.

Así podremos añorarnos y esperarnos.


Ahora besa el cielo

para que nazca una estrella en mi piel de noche.

Ahora te escribo estos versos

para que madure un sentimiento que aún me confunde.



Pongo un pliegue de sol en tus manos.

Preparo el agua que nos sobra de los ojos.

Tomo una pala y cavo un hueco en tu polvo de estrellas.

Y ahí siembro una luna.



Deja que crezca.

Permite que te germine.

Dejemos que nos madure.




Y si quieres,

sólo si quieres,

démosle el beneficio de dar sombra.

Mis 28 planes


Hoy tengo planeado recomenzar el universo.
Tomaré un puñado de mí y le rociaré polvo de diamante.
Sí, estoy seguro: Hoy dignificaré mi matiz cambiante.
Darle a mi sombra un lado B y mirar el reverso.

Hoy tengo 28 quehaceres que cumplirme.
Remodelaré mis contornos. Barreré mis escamas.
Compondré los falsos contactos entre mis miedos y mis ramas.
Pondré cableado nuevo a todas las instalaciones de mi cabeza.

Hoy tengo 28 planes que enlistarme.
Barnizaré mis sentidos. Bolearé mis sonrisas.
Desempolvaré ese viejo niño que arrumbé en el sótano.
Pintaré de blanco aquella habitación que un día se hizo oscura.

Hoy tengo 28 presentes que quiero regalarme.
Uno eres tú, mi amiga Inspiración.
Otro eres tú, mi maestro Tiempo.
Y hasta habrá un lugar para ti, mi prima-hermana Melancolía.

Hoy tengo 28 años que honrarme.
Por el vientre de mi madre. Por los brazos de mi padre.
Por los ojos de mis hermanos. Por los hombros de mis amigos.
Por los latidos de tantos amores perdidos.

Y eso ocurrirá hoy.
Porque hoy, que cumplo 28 años,
tengo 28 constelaciones que ofrendarme.

Pacto de tinta sombra


I

Fue como si la luna rebrotara los pétalos que antes le arrancaba.
Esa noche distraída tras las mil que tuvieron que pasar.
Labios ciegos que a tientas se buscaban pero no se encontraban.
Ojos extrañados que vencieron el mantra de aquella oscuridad.

Fue una gran paradoja de blancos y negros al filo de las once.
Inventarte con tanta luz y de pronto encontrarte con tanta noche.
Fue un momento en que no te alumbraban los reflectores del sol.
Pero importaba poco; los latidos aprendieron a viajar sin visión.

Fue como arrancar una astilla a cuyo dolor la piel termina acostumbrada.
Cuando escribí para ti un ‘Permíteme el universo’;
y a quien aún te acompaña un ‘Te reto a amarle’.
Poemas que te escribí con versos que recogía de madrugada.

Fue como sentir la espontaneidad de una piel añorada.
La coincidencia de dos corazones que de pronto una noche se rozan la cara.
Así, sin el desgaste de lo cotidiano, sin el pesar de lo obligatorio.
Sin importar ese alguien de todos los días que te espera en el dormitorio.

Fue como descalzarse los pudores cuando ya no importa nada.
Revelar los sentimientos cuando los destinos ya se miran la espalda.
Fue como caer después de romperme y unir los pedazos.
Como ahorrarse el dolor para un momento menos escaso.

Fue como darles la tarde libre a las lágrimas del día.
Lo extraño de vivir en el infierno y sentir a piel viva.
Cuando te acercas tanto a un rostro que le distingues los puntos cardinales.
Qué curioso. Hasta en las tinieblas puedes toparte con un ángel.

II

Fue como arroparte la piel con el abrigo de la noche.
Que tomé las tijeras de la valentía y fui cortando la distancia.
Mis manos dejaron de soñarte la piel y tomaron ventaja.

Y en un descuido de Dios, mis labios y los tuyos hicieron eclipse.

Un satélite y una estrella alineados después de muchas traslaciones.
Y así lucíamos, como un eclipse total de sol,
donde el centro era oscuro, pero alrededor irradiaba luz.

Repetimos el milagro hasta desorbitar los satélites.
Y al saber que ya casi terminaba, redibujé tu cara y te peiné las cejas.
Te miré a los ojos y cientos de estrellas se erizaron.
Te besé tan fuerte como pude.

Fue como si la luz y la oscuridad de pronto se dieran tregua.
Tus labios sembrándome noches en el cuello.
Mis manos poniendo luz a tu cabello.
Tus ojos entrecerrados que apenas dejaban ver su color negro.
Mi rostro pareciendo oscuro, pero germinando un sol desde el pecho.

Qué bendita puede ser la sombra,
tan capaz de invitarme un trago de vida.
Así que peca cuanto puedas,
que haberme hecho feliz es tu indulgencia.

III

Mira si son traviesos los versos.
Anoche se escaparon a espaldas de la luna y fueron corriendo a tocar a mi ventana.
Y me obligaron a levantarme a tomar dictado.

Y heme aquí, dedicándote mi poesía arropado por la noche oscura.
Oscura como la tinta de ese pacto que me ofreces y firmaste.
Tú habrás firmado con sombra, pero yo lo marqué con sangre.

Vete a dormir y sueña conmigo. En otra vida búscame y hazme feliz.
Pero ahora ve a tu cama y espera la llegada del sol.
Y cuando te levantes, vuelve a ser tu nombre y tu apellido…
que yo volveré a ser mi nombre y mi desgracia.