El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

Pacto de tinta sombra


I

Fue como si la luna rebrotara los pétalos que antes le arrancaba.
Esa noche distraída tras las mil que tuvieron que pasar.
Labios ciegos que a tientas se buscaban pero no se encontraban.
Ojos extrañados que vencieron el mantra de aquella oscuridad.

Fue una gran paradoja de blancos y negros al filo de las once.
Inventarte con tanta luz y de pronto encontrarte con tanta noche.
Fue un momento en que no te alumbraban los reflectores del sol.
Pero importaba poco; los latidos aprendieron a viajar sin visión.

Fue como arrancar una astilla a cuyo dolor la piel termina acostumbrada.
Cuando escribí para ti un ‘Permíteme el universo’;
y a quien aún te acompaña un ‘Te reto a amarle’.
Poemas que te escribí con versos que recogía de madrugada.

Fue como sentir la espontaneidad de una piel añorada.
La coincidencia de dos corazones que de pronto una noche se rozan la cara.
Así, sin el desgaste de lo cotidiano, sin el pesar de lo obligatorio.
Sin importar ese alguien de todos los días que te espera en el dormitorio.

Fue como descalzarse los pudores cuando ya no importa nada.
Revelar los sentimientos cuando los destinos ya se miran la espalda.
Fue como caer después de romperme y unir los pedazos.
Como ahorrarse el dolor para un momento menos escaso.

Fue como darles la tarde libre a las lágrimas del día.
Lo extraño de vivir en el infierno y sentir a piel viva.
Cuando te acercas tanto a un rostro que le distingues los puntos cardinales.
Qué curioso. Hasta en las tinieblas puedes toparte con un ángel.

II

Fue como arroparte la piel con el abrigo de la noche.
Que tomé las tijeras de la valentía y fui cortando la distancia.
Mis manos dejaron de soñarte la piel y tomaron ventaja.

Y en un descuido de Dios, mis labios y los tuyos hicieron eclipse.

Un satélite y una estrella alineados después de muchas traslaciones.
Y así lucíamos, como un eclipse total de sol,
donde el centro era oscuro, pero alrededor irradiaba luz.

Repetimos el milagro hasta desorbitar los satélites.
Y al saber que ya casi terminaba, redibujé tu cara y te peiné las cejas.
Te miré a los ojos y cientos de estrellas se erizaron.
Te besé tan fuerte como pude.

Fue como si la luz y la oscuridad de pronto se dieran tregua.
Tus labios sembrándome noches en el cuello.
Mis manos poniendo luz a tu cabello.
Tus ojos entrecerrados que apenas dejaban ver su color negro.
Mi rostro pareciendo oscuro, pero germinando un sol desde el pecho.

Qué bendita puede ser la sombra,
tan capaz de invitarme un trago de vida.
Así que peca cuanto puedas,
que haberme hecho feliz es tu indulgencia.

III

Mira si son traviesos los versos.
Anoche se escaparon a espaldas de la luna y fueron corriendo a tocar a mi ventana.
Y me obligaron a levantarme a tomar dictado.

Y heme aquí, dedicándote mi poesía arropado por la noche oscura.
Oscura como la tinta de ese pacto que me ofreces y firmaste.
Tú habrás firmado con sombra, pero yo lo marqué con sangre.

Vete a dormir y sueña conmigo. En otra vida búscame y hazme feliz.
Pero ahora ve a tu cama y espera la llegada del sol.
Y cuando te levantes, vuelve a ser tu nombre y tu apellido…
que yo volveré a ser mi nombre y mi desgracia.