Soy sonrisa que pone casa en los labios de la gente.
Soy cielo que tal vez agita, pero que sabe amanecer con el alba.
Soy cicatriz que queda en la piel como evidencia de antaño dolor,
pero que está ahí para recordarte que la herida ya está cerrada.
Soy mariposa que en temporada de llanto prefiere migrar al norte.
Soy el vaho de calor bendito que te emana de la boca en días de frío.
Soy hoja que resiste el otoño sin importar sobrevivir con la piel seca.
Soy ese pequeño instante en el que olvidas la causa de tu tristeza.
Estoy en ese vino que te doblega la lengua y te coloniza los sentidos.
Estoy en el grano de azúcar que se pega a los contornos de la taza.
Soy parte del café caliente que en tu descuido te quema la boca.
Soy la pluma desgastada con la que cortas la piel de la hoja.
Soy la lágrima que se queda en la frontera de tus ojos,
aferrada a no morir lentamente desgarrada,
arrastrándose por el filo de tus mejillas.
Soy el instante mismo en que la realidad te rompe la cara y no te deja dormir.
Soy los dos primeros pedazos del corazón que estás dispuesto a reconstruir.
Soy la palabra de amor que se te queda en los labios.
Soy el suspiro que entra a tu pecho sin saber bien por qué.
Soy trébol que está dispuesto a despedirse de su tallo
con tal de ser instrumento de tu fe.
Soy la brisa que te hace entrecerrar los ojos.
Soy el pliegue de sol al que te arrimas en tiempos de frío.
Soy tierra que a pesar de ser negra regala rosas amarillas.
Soy esa nube que intentas alcanzar de puntillas.
Soy la luciérnaga a la que sigues con la punta del índice.
Soy la mano que extiendes al aire para comprobar si llegó la lluvia.
Soy la canción que se te queda tarareada en la memoria.
Soy esa bala que, por sólo darte una oportunidad más, desvía su trayectoria.
Soy la luz que te hace caminar en medio del ciego abismo.
Soy las llamas, erupciones y ríos de lava que alimentan el cataclismo.
Soy el sentimiento de melancolía que te seduce las ganas de morir.
Pero si quieres, sólo si quieres, puedo ser el agua que moje tu intención de vivir.
Sonríes,
y al sonreír abres las ramas de tu boca,
que guardan capullos de mariposas de aliento.
Y así regalas vida.
Sonríes,
y al sonreír dictas ritmo a los ríos y sonido a las aves,
como si al hacerlo ensayaras una primavera completa.
Sonríes,
y al sonreír tu piel también ríe contigo,
como si tu cuerpo tuviera una capa de miel…
y como si lo varios ojos que te miran fueran abejas
que vuelan atraídas por tu corteza de oro.
Sonríes,
y al sonreír me germinas el preciado regalo de hacerte poesía,
como si al sonreír hurgaras mi inspiración…
y me mostraras que soy capaz de escribir para otro corazón.
Me sonríes,
y al sonreír me recuerdas a Dios.
Como si esa fila de perlas blancas me acercara un poco más a Él.
Y entonces admiro Su obra bendita,
que eres tú… que eres Tú.
En algún sitio donde no te amo me crece la rabia.
En algún sitio donde no te amo te me pudres de a poco.
Intento dulcificar el sentimiento, pero el odio lo sigue agriando.
En algún sitio donde no te amo los muros se estiran.
Trato de tomar el martillo y romper los pedazos.
Pero caigo en la cuenta y recuerdo que te obsequié mis manos.
En algún sitio donde no te amo tu luz es oscura.
Tanto, que lejos de alumbrar hace más negras mis tinieblas.
Y me vuelvo daga cuando aún así quieres acercarte.
Y te culpo por ilusionar a mis pupilas.
En algún sitio donde no te amo las estrellas no me miran.
Trato de llamar su atención y les quiero escribir una canción.
Pero caigo en la cuenta y recuerdo que también te di mi inspiración.
En algún sitio donde no te amo tus ojos son de ceniza.
Y el rostro se me vuelve de carbón por querer volver a verte.
En algún sitio donde no te amo… simplemente no te amo.
Mira cómo se rompen tus mejillas cuando te hago sonreír.
Es increíble que regale la vida por volverlo a lograr.
Y es más increíble que ahora seas tú quien quiera mirar mi sonrisa.
Sabes bien que no te cuesta nada. Sólo déjate contemplar.
Mira cómo se me inventan los ojos cuando te miro.
Admirar la ligereza de tu piel y los campos cortados de tu barbilla.
¡Las historias que yo contaría sobre tu cabello!
¡La sismología que yo provocaría sobre tu cuerpo!
Mira cómo me crece el alma cuando estoy contigo.
Es como una enredadera que se aprisiona a tus piernas
y sigue hasta anudarse a tu pecho...
Pero va por más e intenta colarse a tu pensamiento.
Avísame si lo consigo.
Ahora mira cómo se me pudren los párpados cuando te miro partir.
Mira cómo la soledad se burla de mí. Sale de su escondite.
Mírala cómo se acerca: da tres pasos por cada dos que tú te alejas.
Mira cómo la ausencia me arrastra hasta su casa…
Mira cómo me obliga a entrar…
Mira cómo sonríe y cierra la puerta.
Hoy amanecí sintiéndome un soneto.
Así que aproveché mi condición y te volví pretexto.
Qué acompañada camina mi tristeza.
Sus pies son tan duros que graban cada huella.
Por eso hoy tomaré tu piel y la volveré verso.
En una de esas, eres esa alma que me prometieron en sueños.
Hoy desempolvé un abrigo y en la bolsa encontré un latido.
Era un fragmento vulnerable que aún preguntaba su destino.
Pero hoy el temblor de lo nuevo sacudió mi cabeza.
Hizo rodar una vasija llena que se reventó desde la base.
Luego de limpiar el líquido caí en la cuenta.
Olvidé que ahí había escondido mi propia sangre.
Y hoy no sé por qué, pero verte me provocó algo.
Una respiración que nació desde mí y saltó hasta dar un giro.
Creo que ya lo había sentido y me pareció un recuerdo vago.
¡Qué increíble! Había olvidado que eso se llamaba suspiro.
Comienza a salir el sol.
No sé si estoy listo para vivir sin frío…
Me propongo una utopía, la número cuarenta:
Quiero volver a inventarte.
Así que esta vez ya no serás tormenta
ni podrás degollarme con tus espadas de truenos.
Temo avisarte que, en esta nueva dinámica,
tampoco necesitarás tu flecha con arco.
Ahora mi alma ya no será usada como diana
ni podrás apuntarme como blanco.
Tal vez te incomode, pero en esta nueva distracción
ya no usaremos la crueldad ni como estrategia de juego.
Son las condiciones de esta nueva trasmutación.
¿Aún así te gustaría jugar?
Si no te parece, puedo hacer algunos cambios.
Quizá te permita que me muerdan tus palabras.
Conozco bien el camino para llegar a los infiernos.
Luego te confirmo. Déjame depurar bien el juego.
Pero ahora que volveré a inventarte,
Se me ocurre que podrías ser una luna y yo un meteoro.
Hasta te conviene. Así, tu rostro seguirá lleno de luz.
Pero ahora seré yo quien te golpee donde más te adoro.
¿Te gusta tu nueva forma?
Es mejor que la de homicida de latidos, ¿no crees?
Y por enésima vez, con la nueva forma que te he dado,
volveré a creer en la vida que tanto me ha abofeteado.
Martirio voluntario mirar tus fotos.
Con esa tu sonrisa inamovible en piel de mate,
tan llena de aros lunares, digna de un infinito.
Y a mí que me faltan estrellas.
Sucio vicio contemplarte la cara.
Con esas retinas tan oscuras,
como meteoros que me rompen los argumentos.
Y yo que te miro con ojos áridos.
Estúpido empeño invertirte tiempo.
Colocar tu cuerpo al centro de mi estudio.
Esculpirte con papel y modelarte con tinta.
Y a mí que se me desbordan los versos que riman contigo.
Perversa fascinación repasar nuestra historia.
Insistir esas fotos y verte junto a alguien que no soy yo.
No es que te siga ofrendando los frutos de mis ramas.
Es sólo que te imagino y se me caen las hojas.
Pero es más siniestra tu actitud.
Mira qué cinismo el de tus gestos. Apariencia vil.
Que esa sonrisa que le regalas es la misma que sueles darme.
Así, sin pudor. Sin empacho… Sin mí.
Sea éste un escenario que honre la oscuridad del ser, la opacidad de su autoconocimiento y la luminosidad de su voluntad.
Los escenarios: el cuento, la poesía, el periodismo y la fotografía.
Sea también un cosmos sensorial donde el instinto creativo se manifieste con el canal de las letras y la imagen.
La oscura boca del lobo está abierta... ¿Adelante?