Sonríes,
y al sonreír abres las ramas de tu boca,
que guardan capullos de mariposas de aliento.
Y así regalas vida.
Sonríes,
y al sonreír dictas ritmo a los ríos y sonido a las aves,
como si al hacerlo ensayaras una primavera completa.
Sonríes,
y al sonreír tu piel también ríe contigo,
como si tu cuerpo tuviera una capa de miel…
y como si lo varios ojos que te miran fueran abejas
que vuelan atraídas por tu corteza de oro.
Sonríes,
y al sonreír me germinas el preciado regalo de hacerte poesía,
como si al sonreír hurgaras mi inspiración…
y me mostraras que soy capaz de escribir para otro corazón.
Me sonríes,
y al sonreír me recuerdas a Dios.
Como si esa fila de perlas blancas me acercara un poco más a Él.
Y entonces admiro Su obra bendita,
que eres tú… que eres Tú.