El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

Tomaré la noche


Hoy la luna y los planetas me sirven de caballete.
Combinaré la tinta de las estrellas y pintaré tu nombre.
Así el mundo te verá como yo te veo.
Tomaré la noche y la convertiré en locura.

Junta las manos ahora,
que tomé prestado un poco de mar.
Déjame depositarlo en tu cántaro de piel.
Quiero beberlo y seguir teniendo sed.

Dame un centímetro de tu cabello y me tejeré las alas.
Regálame una mirada y hago a las piedras florecer.
Acaricia mi mano y a cada muerto arrancaré las balas.
Préstame una sonrisa y te compro el amanecer.

Estás a tiempo de desandar mis veredas.
De romper mis ojos y humillarme la fe.
Toma mis sueños y enséñales el tiempo real.
Despierta mis lágrimas y enséñalas a salir por felicidad.

Por eso no te miro

Haces breve el recorrido hacia mis cometas.
Tomas mi cuerpo y vuelves agua sus cadenas.
Pones viento en los complejos de mi cabeza.

Y aún así te extrañas de que no te miro.

Le pido a Dios un milagro prestado para poder mirarte.
Entonces te contemplo y mi alma abre un hueco.
Me sorprendo a mí mismo desbordando mis anhelos.

Es por eso que no te miro.

Temo romperte si te miro demasiado.
Temo quebrarme si te permito mirarme.
Quién tuviera tu grandeza.
Tú en el cielo liberando parvadas de latidos.

Entonces buscas mi mirada.
Caes en el pecado de hacerme sonreír.
Entonces mi alma escala los peldaños.
Sube tan alto que pierde el frío por cobijarse entre las nubes.

Por eso no te miro.

Por eso me invento galaxias y las ofrendo a la nada.
Por eso grabo mi nombre junto al de alguien llamado nadie.
Por eso paseo por el jardín de mis poemas y me arranco ramos de versos.
Por eso tomo mis latidos y los revuelvo con mi propia sangre.