El néctar de los lobos

Espacio de placer sensorial. Cuentos, poesía, fotografía, periodismo... empalmes creativos. Los llaman góticos, de terror, románticos, de amor, de nostalgia, de abandono, de venganza... de la vida misma. Tinta electrónica que, aun sin ser palpable, es transmisible... Un vouyerismo literario.

Soledad

Soledad, condición recurrente.
Dicha del vacío e infierno del acompañado.
Eres cabeza, cadalso y verdugo.
Te has vuelto el silencio del viento cabizbajo.

Soledad, estado inconsciente.
Ropa del protegido y desnudo del necesitado.
Eres prenda, perfume y sortija.
Has robado agua del pozo endiablado.

Soledad, silencio potente.
Lisura del pie descalzo y llaga del camino andado.
Eres cirio, diezmo y penitencia.
Le has arrancado la arena al desierto desolado.

Soledad, adicción letal.
Dominio del ajeno e ignorancia del experimentado.
Eres mi nombre, mi apellido y mi desgracia.
Le has tiznado a mi vida un rasgo perpetuado.

Hoy dormirás arrullado por mis versos


Hoy dormirás arrullado por mis versos,
cobijado por el abrigo de mi inspiración.
Esta noche mandé menguar la luna
y mis rimas mecerán tu cuerpo.

Hoy tu rostro será iluminado por el sol de mis recuerdos,
bronceará esa piel que tanto fuego me emanó.
Esta tarde pediré prestada una poca de lluvia
y mojaré de vida tu corteza blanca.

Hoy serás elevado por el viento de mi sensibilidad.
No temas las dimensiones de aquella altura, mi poesía no mata.
Esta mañana logré que me prestaran algunos vendavales
y serás tan alto que el mundo rotará sobre tu divino eje.

Hoy amanecerás abrazado por mi nostalgia.
Ya la conoces, no pierdas tiempo en cuestionarle su insistencia.
Es sólo que no se cansa de mirar tu ternura.
Es sólo que no se resigna a morir sin tus manos.

Y mientras mi nostalgia te prepara el café,
mis estrofas ya están tendiendo la cama.
Porque esta siguiente noche, cuando me recuerdes,
volverás a dormir arrullado por mis versos.

Mis 26 planes

Hoy tengo planeado recomenzar el universo.
Tomaré un puñado de mí y le rociaré polvo de diamante.
Sí, estoy seguro: Hoy dignificaré mi matiz cambiante.
Darle a mi sombra un lado B y mirar el reverso.

Hoy tengo 26 quehaceres que cumplirme.
Remodelaré mis contornos. Barreré mis escamas.
Compondré los falsos contactos entre mis miedos y mis ramas.
Pondré cableado nuevo a todas las instalaciones de mi cabeza.

Hoy tengo 26 planes que enlistarme.
Barnizaré mis sentidos. Bolearé mis sonrisas.
Desempolvaré ese viejo niño que arrumbé en el sótano.
Pintaré de blanco aquella habitación que un día se hizo oscura.

Hoy tengo 26 presentes que quiero regalarme.
Uno eres tú, mi amiga Inspiración.
Otro eres tú, mi maestro Tiempo.
Y hasta habrá un lugar para ti, mi prima-hermana melancolía.

Hoy tengo 26 años que honrarme.
Por el vientre de mi madre. Por los brazos de mi padre.
Por los ojos de mis hermanos. Por el hombro de mis amigos.
Por los latidos de tantos amores perdidos.

Y eso ocurrirá hoy.
Porque hoy, que cumplo 26 años,
tengo 26 constelaciones que ofrendarme.

A la orilla de ti


A la orilla de ti dejé un extracto de mi memoria,
pero las olas fueron tan duras que la sal le arrancó los recuerdos.
Poco a poco, la espuma le fue deshaciendo los nudos
y al final lo que quedó fue aquel hostil firmamento.

A la orilla de ti olvidé aquel pedazo de rama,
cuando con ella bifurcabas cometas encima de tu arena.
Y conforme el oleaje borraba tus trazos de polvo de oro,
mi existencia en ti también se difuminaba.

A la orilla de ti extravié tu retrato.
Tenía, al centro y en mayúsculas, un instante de tu sonrisa.
Pero al volver, el cielo ya negro se había hecho.
Y de tanto querer verte a oscuras que terminé ciego.

A la orilla de ti me olvidé a mí.
Y cuando regresé, yo ya no me encontraba.
Vi una memoria ahogada, una rama seca y un retrato borroso.
Y con el llanto en las manos, peregriné hacia mi comienzo.